Que se convirtió en importante para mí.

Hace poco más de un año, estaba sentada en las escaleras del Casablanca, esas que son mi lugar favorito de Durango. Estaba triste y enferma, una semana atrás había tenido mi primer crisis de asma a mitad de una presentación, y gracias a eso no podría bailar en al menos tres meses, (que terminaron siendo casi seis...). La persona de quién más necesitaba apoyo se encontraba en ese momento adentro del hotel, sin importarle que yo estuviera sola afuera.
Sabía que el frío me haría daño, pero realmente no me interesaba, para esas fechas, lo último que me preocupaba era lo que pudiera pasarme a mí.
Me quedé mirando el teatro sin hacer nada, sin moverme, y de repente sentí muchísimas ganas de llorar. Entonces, un chavo de traje pasó frente a mí, tenía la piel blanca y el cabello muy claro, y llevaba un abrigo negro. Casi sin detenerse, me miró y me dijo "no llores" mientras me dedicaba una de las sonrisas más sinceras que he visto en mi vida.
Lo vi hasta que cruzó la calle. Fue la única persona que me hizo sonreír esa noche.

Hace poco más de un año, estaba sentada en las escaleras del Casablanca, esas que son mi lugar favorito de Durango. Estaba triste y enferma, una semana atrás había tenido mi primer crisis de asma a mitad de una presentación, y gracias a eso no podría bailar en al menos tres meses, (que terminaron siendo casi seis...). La persona de quién más necesitaba apoyo se encontraba en ese momento adentro del hotel, sin importarle que yo estuviera sola afuera.
Sabía que el frío me haría daño, pero realmente no me interesaba, para esas fechas, lo último que me preocupaba era lo que pudiera pasarme a mí.
Me quedé mirando el teatro sin hacer nada, sin moverme, y de repente sentí muchísimas ganas de llorar. Entonces, un chavo de traje pasó frente a mí, tenía la piel blanca y el cabello muy claro, y llevaba un abrigo negro. Casi sin detenerse, me miró y me dijo "no llores" mientras me dedicaba una de las sonrisas más sinceras que he visto en mi vida.
Lo vi hasta que cruzó la calle. Fue la única persona que me hizo sonreír esa noche.
13 comentarios:
Qué buena anécdota. Medio en broma medio en serio, a veces pienso que realmente existen los oráculos. O los guías.
Tu anécdota me ha hecho pensar en ello. Recuerdo, (y perdona, no es comparable) que en un peaje de autopista, paré la moto, pagé y el tipo de gritó: "debes ir al norte, ¡al norte!". Pensé que estaba chalado, pero se me quedó en la cabeza. "al norte".
Parecido a este "no llores".
Si lo llegas a presentar como cuento, te diría que es precioso.
Pienso que tu entrada es muy sincera : )
A veces el menos pensado puede hacernos más feliz, me encanto esta anecdota, demuestra que hay mas alla afuera en esa calle :)
aaaaaaaaaaaa me encanto esta muy sentimental no se que pero necesitaba leer algo asi.
y siempre de los que menos esperas recibes una grata sorpresa
saludos!!
Hola:
Que buen momento, que bien que pasó esa persona para hacerte sonreír en ese instante.
=D saludos!
que bien escribes. besos!
www.1cenicientamoderna.blogspot.com
esa gente, es precisamente la que uno termina recordando siempre!
Que linda experiencia ...a veces las personas que menos te lo imaginas en el momento en el que menos te lo imaginas hacen algo que deja marcada tu vida para siempre.
Un beso!
qué precioso!
me ha encantado!
muakkk
Se demuestra una vez más que las cosas más simples pueden cambiar el rumbo.
Bonita anécdota.
Abrazo!
una gota de miel! que hermoso... hay que sonreir porque así podermos dar felicidad a aquellos que nos ven =D
Saludos XOXO♥
Fue un ángel el que te hizo sonreir ese día... a veces nos hacen sonreir las personas menos pensadas, fantastica anecdota, un abrazo, cuidate!
Wow que lindo encuentro Boleyn, nunca había leído este post... No sé si tu creas en los ángeles, pero muchas veces ellos llegan en disfraces de humano, justo cuando más lo necesitas.
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