jueves, 2 de agosto de 2012

This could be Paradise.

  Louis: Will I ever see you again?
Blair: You can always come find me. 

La primera vez que estuve en Guanajuato tenía aproximadamente 8 o 9 años. Desde entonces, la ciudad simplemente me fascinó, y cada viaje me dejaba experiencias nuevas, algunas increíbles, otras no tanto. En ese momento, no tenía idea de que se convertiría en prácticamente mi segundo hogar. Durante dos años fue algo agridulce estar ahí, porque me traía recuerdos nomuyagradables de algo que me tomó muchísimo superar y todo lo que estaba bajo la superficie, y era bastante injusto y desesperante considerando lo mucho que la amo y que me encanta y  que nunca he dejado de adorarla y que perfectamente me veo viviendo ahí.

No regresaba desde el Noviembre pasado. A pesar de ser prácticamente pocos meses, llegué el 18 de Julio y la espera para esa fecha se me hizo eterna. En el momento en que vi el Teatro Juárez a las 6am, cuando apenas amanecía, con rastros de lluvia de la noche anterior, supe que me había reconciliado con Guanajuato. Pocas veces he disfrutado tanto un viaje en mi vida.

La niña de 9 años que viajó con sus padres, solía imaginar que se encontraba con alguien especial en cualquier rincón, callejón, en las escaleras del teatro... Tipo Leonora y Max o Nino y Amélie. Y que por supuesto, era de esos momentos en los que 35 años después, mientras él narra su historia de amor, dice "en el momento que la vi, supe que me casaría con ella." No me juzguen, siempre he sido una Emma Bovary mexicana. SIEMPRE.  Esa idea sobrevivió a mis 10 años, 11, 12, 13... Hasta que a mis 18, transformé la fantasía en conocer a ese alguien especial durante una entrevista (tipo Poniatowska) o de otras maneras que no me parecían tan imposibles.

Tan melodramático como suene, estoy en una pequeña (enorme) encrucijada. Y por eso, ayer descubrí que mi niña interna de 9 años es más aferrada a sus fantasías que la chava de 20, y que no será fácil que las deje ir, porque nunca pensó que llegarían.

Una personita que quiero mucho, me dijo justamente ayer que mi vida era una mezcla de Disney, Audrey Hepburn y un poco de Anne Hathaway.

Pues bien, en esta historia está involucrado Guanajuato, Coldplay, Las intermitencias de la muerte, Marina, un piano, un violín, una noche fría, una blusa con una bandera de Gran Bretaña, una sonrisa, dos miradas, una fotografía...

Una azotea.




5 comentarios:

Atlántida dijo...

¡y qué le vamos a hacer si no podemos dejar de ser románticas! si por muchos años que cumplamos la niña que tenemos dentro sigue ahí bien amarradita.
Feliz reencuentro mejicanita.

la MaLquEridA dijo...

Entre todo eso estás tu, la niñita de nueve años mezclada con la joven de hoy.

Anónimo dijo...

This is your chance at happiness. You think you shouldn’t want it ‘cause you’ve never had it and it scares you. But you deserve your fairytale.

Unknown dijo...

y tampoco puedo dejar de ser romántica

http://www.ohmydior.org/

Unknown dijo...

yo vivo en Guanajuatoo!!!! :D tengo casi 6 años viviendo acá y la verdad es que no me cansó ni me aburro... para mí vivir acá es como ser turista el 90% del tiempo con la comodidad de tener tu vida, los amigos y todo acá! amo Guanajuato, que bueno que ya hiciste las paces con la ciudad!!